miércoles, 22 de junio de 2011

Apuntes biográficos, 1

Los resultados de las elecciones del 22 M han cambiado substancialmente el mapa político autonómico y municipal a un año de las elecciones generales. El pasado día 9 se constituyeron los ayuntamientos y los medios de comunicación se han hecho eco de los políticos que han dejado sus cargos, unos definitivamente y otros pasando a la oposición. Esto me ha echo recordar el día que fui cesado y los sentimientos que me acompañaron en aquellos momentos. Con este escrito inicio unos "apuntes biográficos" sobre mi experiencia en la política catalana desde 1994 al 2003, y empiezo paradójicamente casi por el final,  no porque sea lo que tengo más fresco en mi memoria, si no porque me he visto identificado en algunas historias que estos días se han contado.

Abandonar la Consejería de Salud fue para mí una experiencia dura y me produjo un regusto amargo que supere varios meses después. Siempre había pensado que el paso a lo que yo llamaba "vida civil" iba a ser fácil –ya que no me imaginaba en un cargo público o ejerciendo la política  toda la vida. Pero no hay duda que este “paso” se ve influenciado por el motivo por el cual  se deja la política y en como te transformas en un ciudadano de a pie, en una persona "normal".  No es lo mismo poner punto final a una vida política por haber sido cesado o por perder unas elecciones que hacerlo por voluntad propia. Aún en este último caso puede que no sea fácil  vivir una situación de estas características.

Yo fui cesado un domingo por la tarde, cuando menos me lo esperaba, a un año de las elecciones autonómicas, después de haber superado varias remodelaciones de gobierno, y en los meses anteriores a mi relevo, una larvada y persistente intriga en mi contra  por parte de UDC, y también de algunos colaboradores muy próximos a los que había confiado áreas de responsabilidad importantes en el Departamento. A pesar de estos nubarrones, parecía que mi continuidad estaba asegurada hasta el final de la legislatura, al menos yo lo creía, después de haber hablado en una ocasión del tema con el President ante la presión ambiental que me rodeaba. 

Era mediodía, y me encontraba en el hospital haciendo compañía a mi padre, ingresado desde hacia meses por un accidente vascular cerebral. Mi madre había muerto unas pocas semanas antes. Anímicamente me encontraba aún en una frágil situación. Me llamaron de Palau. El President quería hablar conmigo. Me pregunto que tal estaba y después de interesarse cariñosamente por mi padre me pregunto por el Presupuesto del 2002.  Me extrañó, porque ya habíamos tratado el tema con anterioridad, y le respondí que estaba como siempre: insuficiente -no creo que dijera irreal, pero si recuerdo que le comente que a pesar de todo, las cosas no irían mal, sabríamos gestionar la escasez, como habíamos hecho año tras año. Me cito para vernos a las ocho en su despacho, aunque yo tenía previsto trasladarme a Madrid a última hora para asistir al día siguiente al Consejo Inter-territorial, pero me dijo que esto no era tan importante, y que nos veríamos mas tarde.

Llamé a Ramón Massager, que era el Secretario General de la Conserjería, para preguntarle si había algo que se me había escapado en los “números” que habíamos negociado con Economía, y me confirmó que no había nada especial. A las siete estaba ya en Barcelona y el chofer me llevó a Palau. Había dos o tres coches oficiales en la Plaza Sant Jaume, muy tranquila a esa hora. Tuve una sensación extraña, ¿que hacían esos coches en la Plaza un domingo por la tarde?. Desde la salita de espera llamé a Josep Prat, Director del Servei Català de la Salut, para comentar en los mismos términos que hice con Ramón,  la situación del Presupuesto. No parecía que hubiera nada que hiciera crujir la situación financiera, mas allá de lo que ya estábamos acostumbrados.

Entré en una de las salas que solía utilizar el President para trabajar, que no era el despacho oficial. Yo llevaba una carpeta con la documentación de los presupuestos, y al hacer el gesto para sacarla del maletín, Pujol me dijo que no hacia falta. La conversación no se extendió mucho tiempo. La decisión esta vez era definitiva. Agradecí a Pujol el grandísimo honor que me había dado de poder trabajar con él, la confianza que en mí había depositado desde hacía siete años. Después tuve una conversación con Artur Mas, artífice de la remodelación del último gobierno de Jordi Pujol. Media hora mas tarde, y notablemente aturdido subía al coche oficial que me llevo a casa siendo ya, aunque no oficialmente, un ex. El martes a las diez de la mañana se celebraría la toma de posesión de los nuevos consejeros. Tenía pues 24 horas para recoger mis cosas del despacho de Travessera de las Corts[1], y enfrentarme a una nueva vida.

Llamé a mi mujer, pero no quise que viniera a Barcelona, pensé que era mejor que desde ya,  afrontara solo la situación como se había presentado. Hablé de nuevo con Ramón y nos fuimos a tomar una copa a la calle Santaló. A primera hora de la mañana los cambios ya eran públicos, la operación había sido bien planeada, y dio la impresión de coger por sorpresa a algunos medios de comunicación, digo algunos porque después se supo que los cambio se habían planeado en pleno verano.

Empaquetar las cosas de tu despacho es una operación ardua, cuando llevas en el mismo siete años. Eran muchos los recuerdos acumulados: papeles, cartas, discursos, fotos, placas conmemorativas de jornadas, asociaciones o inauguraciones.

Intensa es la vida de un Consejero, pero por muy intensa que es, les aseguro que cabe en unas cuantas cajas de cartón. Poco a poco me fui despidiendo de mis colaboradores, y respondiendo a múltiples llamadas. Sorpresa y palabras cariñosas la mayoría, supongo que también hubo de compromiso, o algún que otro comentario falso. No hubo todas las que esperaba, y es aquí donde algo empieza a cambiar en tu vida. Empiezas a notar una distancia entre “cuando eras” y cuando “ya no eres”. Ya nadie necesita deshacerse en elogios hacia tu persona o por la manera en como haces las cosas. Ya no tienen porque hacerte la “pelota”. Quizás sea esta la primera lección: ver quienes han sido realmente personas cercanas y sinceras contigo, amigos en muchas ocasiones, y comprobar los que han sido compañeros de conveniencia. Discernir entre el halago y la sinceridad. 

Yo había asistido ya a varias tomas de posesión en el salón Nuestra Señora de Montserrat. El acto se desarrolló según marca un protocolo austero y bien medido. Éramos cuatro los consejeros salientes. Cuando el President había saludado a los dos nuevos Consejeros se dirigió a los cesados. Y aquí se produjo una situación de la que me arrepentiré toda mi vida. No supe reaccionar afablemente al saludo cariñoso que me dio Jordi Pujol. Actúe mal, y lo seguí haciendo no quedándome a la tradicional copa de cava en el Pati dels Taronjers[2]. No supe disimular mi desazón. Es algo que no olvidaré de aquella mañana. Me faltó dignidad y me di cuenta que había fallado mi convencimiento de que “en política estás de paso”.

Mi escolta me acompañó al Departamento de Gobernación, donde despache en media hora con mi sucesor. A la salida el “mosso d’esquadra” insistió en acompañarme a casa, quizás estas eran las ordenes, que llegara sano y salvo a mi domicilio, pero decliné su amable ofrecimiento, y preferí volver andando y respirando el aire de persona “normal y anónima” y pensando como iba a organizar a partir de aquel momento mi vida. Me permitieron conservar mi número de teléfono y me llevé conmigo el título de “Honorable”.

Pero algo más me acompañaba, algo único: la experiencia de haber servido a mi país desde una de las más altas responsabilidades, y haberlo hecho al lado de un político, irrepetible, un auténtico estadista. Y me llevaba también el balance de una gestión que considero fue buena en las circunstancias que me tocaron vivir, y con una seria de hitos conseguidos que ya iré contando en mis “apuntes”.

Yo era a la vez que Consejero, Diputado en el Parlamento, por lo que debía incorporarme plenamente a las tareas parlamentarias, como hice al día siguiente. Pase a compartir secretarias y despacho, y de una agenda de locos, a un trabajo tranquilo, y que me dejaba mucho tiempo libre.
Notaba que me faltaba llenar las horas, y experimenté lo que una vez me comentó Sergi Loughney[3], el “síndrome del móvil”. Como nadie te llama, luego no existes…curioso como continuamente me llevaba la mano al costado izquierdo, tocando a través de la chaqueta el teléfono, para ver si aún estaba en su sitio o había desaparecido.

No tuve nunca la sensación de haber perdido algún privilegio, pero si noté durante unos meses un vacío a mí alrededor que tuve que asimilar con el tiempo. Una puerta se había cerrado para siempre. Tener que reconstruir tu vida profesional a los 49 años no es fácil cuando has estado alejado del mundo hospitalario más de una década, por lo que tuve claro que debía continuar por la senda de la gestión sanitaria y no por la asistencia. Llamé a muchas puertas y casi todas se abrieron. Siempre fui bien recibido y oí buenas palabras, pero tardé tiempo en reencontrar la senda profesional que me ha llevado hasta aquí. Y no llegó por ninguna vía oficial ni política, ni por alguno de los despachos por los que pasé, o de las llamadas que realicé. Llego de la mano de Francesc Homs[4] que sugirió mi nombre a Enrique Fernández Miranda, responsable de Relaciones Institucionales de PriceWaterhouseCoopers, y fue esta firma la que me contrató, y de donde pasé a trabajar en Acciona.

A pesar de todo lo que se dice a cerca de los privilegios y de las prebendas de los políticos, y se dice mucho estos días, la verdad es que en una gran mayoría de casos, hay una distancia entre la ficción y la realidad. Puede ser fácil estar en política, pero no lo es “volver”, aunque obviamente es algo que “va con el cargo” y que debes asumir desde el momento en que tomas la decisión de querer ejercer una función de servicio público, que es como siempre he contemplado la política, y que creo que hay que resaltar en unos momentos en que se intenta desprestigiar el trabajo y hasta la función que tienen los políticos.

Ahora después de tanto tiempo, creo que cuando me cesaron no fui capaz de ver todo lo que había aprendido y experimentado y también cierta liberación -como comprobé posteriormente, de lo que es el compromiso y la responsabilidad de un cargo, y de que fué bueno para mi desarrollo profesional el paso a la actividad privada, donde he podido desarrollar os conocimientos y habilidades que había adquirido en los años que estuve trabajando para la Administración Pública desde diversos cargos de confianza.

Aquel mes de noviembre del 2001, marcó un antes y un después en mi vida profesional, pero también en la personal. Quizás me faltó madurez en un momento determinado, y pudo más el sentimentalismo que la racionalidad, pero lo cierto es no podemos borrar lo que ya está escrito.

Madrid, 20 de junio de 2011





[1] Sede del Departament de Salut (en aquel tiempo Departament de Sanitat i Seguretat Social)
[2] Pati dels Tarongers, es un patio interior de estilo gótico en el Palau de la Generalitat y que se usa para actos oficiales.
[3] Sergi Lougnhey fue Jefe de Protocolo de Jordi Pujol durante muchos años.
[4] Francesc Homs, fue Consejero de Economía y Finanzas en el último Gobierno de JP

miércoles, 8 de junio de 2011

Otra vez el "Pacto"

En menos de 48 horas, destacados políticos como Josep Antoni Duran y Lleida, Manuel Cervera o Soraya Sáez de Santamaría, han vuelto a poner encima de la mesa, el tan traído y al parecer deseado “pacto por la sanidad”. Digo “parecer”, porque vuelve a escena un clásico de la política sanitaria española de los últimos años. Venimos hablando desde el informe Abril Martorell de “pacto por la sanidad”, sin que hasta la fecha, la incapacidad de nuestros políticos (de todos), lo haya hecho posible. Insisto, de todos.

Sin ir más lejos, hace pocos meses se cerró una Comisión Parlamentaria, presidida por Gaspar Llamazares, que se supone iba a realizar unas recomendaciones, que con la aritmética en la mano, solo pueden pasar por un “pacto”. Yo me pregunto si realmente alguien se tomó en serio ésta flamante Comisión vistos los resultados. Buenas voluntades habían en sus señorías, aunque el impacto y el contenido de las conclusiones pueda ponerlas en duda. Yo tuve el honor de comparecer ante la misma, hecho que agradezco, y de ser escuchado e interpelado.  

Como anécdota personal de mi visita a la Carrera de San Jerónimo, guardo el recuerdo de no haber podido saludar personalmente al Presidente de la Comisión, ya que el azar quiso que coincidiera con un acto de homenaje al juez Baltasar Garzón y –a hechos me remito, debió ser mucho más importante para la Presidencia asistir a un evento de estas características, que ejercer la encomienda de la Cámara en una Comisión financiada con los impuestos de todos los españoles. Pero es obvio que el señor Gaspar Llamazares tenía otros intereses fotográficos o partidistas, y no era el futuro del Sistema Nacional de Salud, lo que más interesaba al diputado de Izquierda Unida aquel día.

Lo he dicho ya en este blog y públicamente en numerosas ocasiones: soy pesimista sobre el “Pacto”. ¿Ustedes creen que a unos meses de unas elecciones generales, y con un gobierno en retirada, y con una oposición que lo único que quiere es desgastar, restar y no sumar, va a ser posible plantear un pacto?. Pues la verdad: NO. Por ahora parece imposible acercar posiciones, y esto significa situarnos en el horizonte de un año. Y doce meses es mucho tiempo dada la grave situación financiera por la que atraviesa el Sistema Nacional de Salud. Quizás sería bueno pedir a nuestros representantes que no malgasten palabras, que no las desvirtúen, cuando todos sabemos que no está este tema en la agenda inmediata ni a corto ni medio plazo, como no lo ha estado desde los últimos 20 años.  

Si contempláramos el “Pacto por la Sanidad” como un inmenso puzzle que hay que construir,  estoy convencido que iríamos encajando numerosas piezas con cierta facilidad: Reforma de la Atención Primaria, Autonomía de Gestión y Gobernabilidad de los Centros Hospitalarios, Mayor poder de decisión y autonomía de los Profesionales Sanitarios,  Racionalización del Gasto Farmacéutico o Modelos de Colaboración Público-privada para la Financiación de Infraestructuras, son solo algunos ejemplos de aquellos temas que con determinados matices serían ampliamente consensuados e irán encajando en el “Pacto”.

Existen pero, algunas piezas especialmente incomodas que, o no se encuentran o no acaban de encajar, o sencillamente "molestan".

Hay una que se lleva la palma. La palabra maldita que nadie quiere pronunciar, pero que está en boca de todos, al menos de los medios de comunicación, que no desaprovechan la ocasión para preguntarle al político que tienen en frente si está a favor o en contra.

Han acertado.

Estamos hablando del COPAGO. ¿Está usted de acuerdo en implementar el copago en Cataluña? le preguntaron ayer martes al Sr. Duran Lleida en el Forum Nueva Economía que se celebro en el Hotel Ritz de Madrid. Obviamente respondió que no. La Presidenta electa de la Comunidad de Madrid también se ha expresado en estos términos en numerosas ocasiones, y  también el Consejero de Salud de Cataluña ha dicho que no, pública y reiteradamente. No digamos ya la actual Ministra o la anterior, o muchos otros  políticos que se han referido a ello en los últimos meses. El rechazo es público y notorio.

¿Es pues el copago la pieza que no permite que avancemos en el deseado “Pacto”?. Quizás. La verdad es que no estoy seguro, ya que hay otras medidas que podrían generar más rechazo o más oposición, y que no se comentan en voz alta o no se discuten con tanta exaltación, por lo que podemos intuir que esta es sin lugar a dudas, la medida más controvertida, la más impopular, la que puede generar más “indignación”.

Yo no he sido partidario del copago durante mucho tiempo. De hecho me he manifestado en contra. Pero hoy he cambiado de opinión, y soy partidario de establecer -con todos aquellos condicionantes que sean necesarios para mantener la equidad de acceso al sistema, algún tipo de copago que actúe de moderador de la demanda sanitaria o que financie algunos de los servicios no sanitarios asociados a la atención sanitaria. No se trata solo de una medida recaudatoria, que lo es, se trata de un instrumento que aminore la sobre-utilización que tienen nuestros servicios sanitarios, que regule el acceso a algunos servicios o prestaciones del sistema. No debemos olvidar  que ya existe un copago en España, y es el asociado a la prestación farmacéutica, y que los condicionantes que tiene este copago no lo hacen equitativo, ya que solo interviene como factor corrector del mismo el ser un trabajador en activo, pensionista o viuda o viudo de uno/a de los anteriores.

No hay duda que en una situación de crisis económica como la actual, de una precariedad social que nunca habíamos visto, y con un horizonte donde es difícil vislumbrar tiempos mejores, hablar de copago puede resultar insultante, descarado, y generar como decía antes mucha indignación. Soy muy consciente de ello, y por eso he contextualizado la medida bajo el epígrafe de “todos aquellos condicionantes que sean necesarios para mantener la equidad de acceso al sistema”. Se trata por lo tanto de definir los condicionantes, de diseccionar todas las situaciones que podrían generar inequidad o injusticia social -si podemos utilizar esta terminología, en definitiva ponernos de acuerdo en los mismos y en la forma de aplicarlos.

Por otra parte se trataría, como ya se hizo en la época del Ministro Romay Beccaría,  de ver que se está haciendo a nuestro alrededor, analizar que es lo que esta ocurriendo, y escoger el mejor sistema y el más justo. Valga una aclaración, no por haber hecho mención a mi buen amigo y admirado Ministro, quiera esto decir que el copago fuera o sea una propuesta del Partido Popular. Ni mucho menos. Existen países con copago que han tenido gobiernos socialistas o social-demócratas  y han mantenido esta medida.

Le podremos dar muchas vueltas al tema, de hecho hace años que lo estamos haciendo, mientras nuestros vecinos y socios comunitarios como he comentado, tienen sistemas de copago que funcionan y que no parece que rompan la equidad o sean la carcoma del estado del bienestar, ni mucho menos, pero más tarde o más temprano, el tema volverá a estar en el centro del puzzle, como la pieza que falta para completarlo. Y sería una lástima que esta fuera la escusa para no llegar a un acuerdo que garantice “por todas” la sostenibilidad de Sistema Nacional de Salud. Deberíamos no ser valientes, si no responsables.

Madrid, 8 de mayo de 2011.







jueves, 2 de junio de 2011

"Parentesis"

((PARENTESIS))

Debería disculparme por haber estado ausente de mi blog estas últimas semanas, y así lo hago. Lo cierto es que he estado muy liado profesionalmente hablando. Pero también muy ocupado en sentido “cívico”, si a civismo le atribuimos haber seguido con intensidad la tediosa campaña electoral, el fenómeno del 15-M -ahora bautizado como el “Movimiento de los Indignados”, o las elecciones del 22-M y su resultado, que ha cambiado el color del mapa electoral con una intensidad muy azulada.
Las acampadas en las plazas de las principales ciudades de nuestro país o los resultados del 22-M no pueden analizarse de una forma conjunta, si bien no hay duda que el “movimiento del 15-M” ha tenido un impacto mas que considerable en la campaña electoral,  aunque en mi opinión,  poco efecto sobre el resultado final del 22-M.
Lo que sí parece común, es el cansancio que se percibe en una buena parte de la sociedad, sobre una manera de hacer política y sobre los políticos en general.
Son muchos y revueltos los mensajes que llegan de los “indignados”. No hay duda que han hecho mella en el devenir político de cada día. Se trata ahora de ver como van a impactar esas manos levantadas en asamblea tras asamblea en la manera de hacer de los que han sido elegidos, o de los que lo van a ser dentro de unos meses. O de cómo va a variar nuestro sentido de la democracia o de la gestión de tanto descontento y de un futuro que día tras día parece más incierto. Quizás se le ha dado demasiada importancia a lo que ha ocurrido –son muchos los que opinan en esta dirección, pero yo creo que estamos ante un “paradigma” de nuestra aún joven democracia, que no puede menospreciarse.
Nadie se atreve a decir ahora como acabará lo que se inició el 15-M. Hay quién piensa que será el verano, o serán las lluvias o el cansancio, lo que ponga punto final a una casi media revuelta popular, que ha utilizado como armas las redes sociales, conceptos que nos suenan a utopías de otros tiempos, o discusiones asamblearías que no habíamos visto desde la época franquista y los primeros años de la transición. Lo que es cierto es que esta energía va a tener que ser canalizada, conducida o los que ustedes quieran, pero lo que si es seguro, es que no puede ser ignorada.
Los resultados del 22-M cambian substancialmente la correlación de fuerzas entre los partidos que conforman la mayoría en nuestro país y Rubalcaba-Chacón a parte, parece que este cambio va a persistir en las próximas elecciones generales.
Hay otros elementos a destacar del resultado electoral: reaparece de nuevo y con fuerza una izquierda abertzale en el País Vasco, irrumpe UPyD en algunos ayuntamientos, se incrementa el voto del PP en Cataluña, donde CiU gana por primera vez una elecciones municipales, con la impronta destacada del triunfo en Barcelona de mi maestro, mentor y buen amigo, Xavier Trias, un broche de oro para una brillante carrera profesional y política.
Hay muchos otros aspectos a destacar de estas elecciones, pero no soy analista político, ni es este blog sobre “Gestión y Política Sanitaria” el lugar.
No hay duda que los cambios que se han producido, más pronto o más tarde tendrán repercusión en la política sanitaria, por lo que estos comentarios no solo “sustentan” mi excusa de haber roto el ritmo al que interiormente me había comprometido, sino que parece obvio que no podía ignorarlos.
Repuesto de tanto trajín, asistí la semana pasada a la conferencia que el Consejero de Salud de la Generalitat de Cataluña, Boi Ruiz, impartió en ESADE. Una muy larga intervención, bien estructurada y fundamentada, bajo una clara y rotunda directriz: introducir “Realismo”, “Reformismo” y “Regeneracionismo” al sistema sanitario catalán, con la finalidad de que sea capaz de adaptarse a una nueva realidad social y sanitaria de la población de Cataluña.
Si bien el discurso fue novedoso, porque nuevo es el máximo responsable de la sanidad en Cataluña, hay que decir que también encontramos muchos de los elementos que a lo largo de los últimos 30 años, han ido configurando la columna vertebral del sistema. Y no podía ser de otra forma, ya que el modelo sanitario catalán es fruto en buena parte, de las políticas y el compromiso de CiU durante los gobiernos del Presidente Pujol.
Esta compleja “hoja de ruta” que marcó el Consejero debe hacer posible el garantizar la sostenibilidad y calidad del sistema sanitario público y conseguir cuadrar las cuentas del Ejecutivo catalán presentadas esta semana en el Parlamento.
Hay que señalar que la maltrecha palabra de las últimas semanas “recortes” no apareció a lo largo de la intervención, y si se habló de racionalidad, de eficiencia y del necesario diálogo con los profesionales y pacientes. Y de gobernabilidad y responsabilidad.
Bienvenido sea de nuevo como instrumento primordial de planificación y ordenación, el Plan de Salud. Nunca hubiera tenido que dejar de serlo. Parece que la voluntad ahora es potenciarlo y aplicarlo en un horizonte de tres años. Un período que a mi me parece corto, ya que siempre he creído y comprobado que un instrumento de planificación de estas características ha de ser de largo alcance, para que sea posible no solo implantarlo, sino evaluarlo. Pero a pesar de esto, es sin lugar a dudas una decisión muy importante, y en la línea que tan acertadamente nos explicó el Consejero, la de potenciar el liderazgo clínico, que haga posible regenerar el sistema sanitario público desde dentro.
Muchas fueron las propuestas que escuchamos con atención: como la de enfocar el sistema en la dirección más adecuada para resolver los problemas de salud de los ciudadanos, la disminución de la burocracia o de los desplazamientos de los pacientes entre los diferentes niveles asistenciales, o hacer posible que la atención sanitaria gire alrededor del paciente.
La reordenación de la oferta asistencial, el compromiso en hacer efectiva una mayor participación de los profesionales en la organización del trabajo asistencial, promover su autonomía profesional y facilitar el acceso a la formación continuada, fueron otros aspectos que también se mencionaron en su intervención.
Muy interesante e innovadora, por no decir revolucionaria, me pareció la propuesta de que la contratación de servicios deje de ser un “acto mercantil” para convertirse en un “acto médico”, donde prime no la actividad, sino los resultados en salud: la capacidad que tiene un centro asistencial en resolver los problemas de salud de la población a la cual debe atender.  
También se habló de modificar la retribución de los equipos de atención primaria, y de dotar a este nivel asistencial de una mayor autonomía y capacidad de resolución.
La eficiencia clínica se equipará a la calidad asistencial para lo que el Departamento de Salud deberá adaptar sus organismos bajo el soporte de la “Agencia de Información Evaluación y Calidad en Salud”.
Y no faltaron referencias a la necesaria modernización de las empresas públicas, consorcios y el Instituto Catalán de la Salud, así como a la política farmacéutica o el impulso a la Investigación e Innovación.
Se “tocaron” casi todos los temas, y si algo quedó en el tintero, se clarificó después en el coloquio. Fué una conferencia densa, como decía al principio, y sensible ante la tensa situación que ha vivido la sanidad estos últimos meses, y que supongo dió respuesta a muchas expectativas que estaban en el ambiente,  
El éxito rotundo de convocatoria lo demuestra, y el marco escogido fue el adecuado, ya que la aportación de ESADE a la formación en gestión sanitaria es pública y notoria.
No me queda nada más que felicitar al Consejero por su intervención, y desearle a él y a todo su equipo, éxito en la manera de ejercer la política sanitaria en este nuevo período legislativo.
Aquí, desde Madrid, seguiré con interés -con mucho interés, como van desarrollándose todas las iniciativas presentadas. Estoy convencido que si se llevan a cabo, Cataluña reforzará el liderazgo en la aplicación de políticas sanitarias innovadoras y que hoy más que nunca se necesitan para garantizar la sostenibilidad del sistema.
Mientras esto vaya ocurriendo en Cataluña, vamos a tener que prestar también mucha atención a lo que pase en las CCAA que cambian ahora de color. El Partido Popular tiene la oportunidad de poner en marcha su modelo sanitario allí donde no gobernaba, y hacerlo con las experiencias exitosas que ha tenido en las CCAA donde ya lo está haciendo. Los problemas financieros no son únicos de la sanidad en Cataluña, solo hace falta ver como se está pagando a los proveedores en el conjunto del Sistema Nacional de Salud para ver que el problema es muy grave, y que sobra grandielocuencia y falsas promesas.
Temas para reflexionar seguro, no nos van a faltar.

Madrid, 2 de junio de 2011