sábado, 11 de febrero de 2012

Josep Prat, uno de mis mejores colaboradores

En mi penúltimo blog le escribí una carta a la mueva Ministra. Han pasado ya unas semanas y poco movimiento veo en el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, más allá de los nombramientos de rigor, entre los que hay que destacar por su acierto, el de la ex Consejera de Sanidade de la Xunta de Galicia, Pilar Fargas, una mujer con gran conocimiento de la gestión sanitaria y muy audaz. Pero como es costumbre, antes de pasar a la crítica – si es que hubiera lugar, dejemos pasar los 100 primeros días de gracia que siempre se conceden a un nuevo gobierno para juzgarlo. Ya lo haré en su momento.

Voy a tratar esta vez de manera tangencial un tema que ha sido noticia en las últimas semanas. No entraré en el fondo del hecho. Voy a hablar de la persona que en parte ha sido protagonista: me estoy refiriendo al actual Presidente del ”Institut Català de la Sajut” Josep Prat, titular en numerosos medios de comunicación en relación a la posible incompatibilidad en el desempeño de este cargo y el de consejero de una conocida compañía privada de hospitales, a la vez que se ponía en entredicho que continuara presidiendo Innova, una sociedad municipal del Ayuntamiento de Reus.

Posteriormente el debate mediático se ha centrado en los salarios de los ejecutivos de esta sociedad, que han sonrojado al actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Reus, que ha gestionado el tema de forma mejorable, ya que ha argumentado que desconocía la cuantía de los mismos, cuando lo cierto es que más de un miembro del actual equipo de gobierno formaba parte del Consejo de Administración de la citada sociedad.

Conociendo a Josep Prat estoy seguro que ha pasado por un momento muy difícil, y espero que amaine ya este temporal, para que se recomponga el prestigio del que goza en el sector sanitario desde hace muchos años este ingeniero naval nacido en Tarragona.

Yo conocí a Prat en el año 1988 cuando fui nombrado Delegado del Departamento de Sanidad en la circunscripción. En aquel momento Prat estaba impulsando lo que seria después una de las empresas públicas de gestión sanitaria mas importantes de Cataluña: Sagesa. Se trataba de gestionar bajo criterios empresariales un hospital público, algo que hoy aceptamos fácilmente, pero que no lo era por aquellos tiempos. Al hospital de Sant Joan de Reus se unió el nuevo Hospital de Mora d'Ebre y progresivamente otros centros  de las comarcas del sud de Catalunya. Prat lo consiguió con su manera de hacer y de trabajar. Y lo hizo bajo y con interlocutores de distintos partidos políticos,  con intereses a veces enfrentados y estableciendo buenos puentes con los agentes sociales. Prat es un hombre hábil, capaz de convertir en realidad lo que puede ser un anhelo o una necesidad real.  

El Diari de Tarragona publicó hace unas tres semanas un artículo muy interesante que reflejaba con acierto el curriculum y la personalidad de Prat.

Cuando fui ratificado Consejero de Sanidad en 1999 me propuse hacer ciertos cambios de calado en mi equipo. No los había hecho en la primera legislatura. No lo había considerado necesario, aunque era criticado a menudo por eso. Le di muchas vueltas, ya que los cambios significan que tienes que sacrificar a colaboradores íntimos para que entren otros, y estas situaciones siempre generan tensión, son en ocasiones dolorosas, y producen heridas, alguna de las cuales creo que aún no se ha cicatrizado. Pero al final me decidí.

El momento era complicado, no solo por la falta de dinero, sino también por la necesidad de ir cerrando algunos temas pendientes, superar cierta inercia y dar impulso a nuevas actuaciones de la Consejería. Manel Jovells, que había desempeñado el cargo de Gerente del ICS, era uno de mis candidatos, pero fue nombrado secretario general al Departamento de Bienestar Social. No había muchos otros candidatos en el sector sanitario para ocupar un cargo, que de facto podría ser considerado el número dos del Departamento.  

No tuve muchas dudas a cerca de la capacidad de Prat para hacerse cargo de la dirección del Servei Catala de la Salut. En aquel momento era ya una persona muy reconocida en el sector, y ejercía un rol relevante en el Consorci Sanitari de Catalunya, la entidad que agrupaba los hospitales de propiedad municipal, considerado por muchos un auténtico contra poder a la Consejería. Su nombramiento podía reforzar la relación existente con el Consorci y allanar alianzas. La Unió Catalana d’Hospitals no vería con malos ojos su nombramiento.

Existían pero algunos obstáculos que debía solucionar. No era una persona afiliada a CDC o a UDC. No era un gran impedimento: había muchos cargos en mi departamento sin "carnet", como existían en otros. La administración de los distintos gobiernos de Jordi Pujol -se diga lo que se diga, nunca había sido en exceso "partidista" y donde menos lo había sido era en nuestra Consejería. Hice mis consultas y tuve luz verde. El segundo obstáculo era mas "prosaico". Yo no conocía el salario de Josep Prat, pero intuía que era mayor de lo que la Administración podía ofrecer en aquellos momentos. Con la ayuda de Ramón Massaguer, al que nombre después Secretario General -excelente persona y profesional y uno de los colaboradores que más me ayudo mientras fui Consejero, hicimos nuestras indagaciones y llegamos a la conclusión que podíamos ofrecer a Prat un salario equivalente al que en aquellos momentos cobraran otros ejecutivos de empresas públicas de la Generalitat de Catalunya. Un salario que superaba al de los Consejeros y probablemente al del President, pero que estaba por debajo del que podía ofrecer una empresa privada.

Cuando planteé ya firmemente mí propuesta a Josep, y tuve su aceptación, hablamos del tema salarial. Entendió perfectamente que no podíamos ofrecerle el mismo sueldo que tenía en Sagesa. Yo le hice mi propuesta y me pidió tiempo para tomar una decisión. Me llamó al día siguiente. Me agradeció la confianza que había depositado en él y me dijo que el salario no era lo más importante. Estaba dispuesto a una retribución inferior asumiendo esta gran responsabilidad por dos motivos: por una voluntad de servicio al país y a la sanidad catalana y por una lealtad personal hacia mi persona y al Gobierno de CiU.

Creo que fue un acto que le honra, entonces y ahora.

Su trayectoria durante el tiempo que compartimos responsabilidades en la Consejería arroga un balance claramente positivo. No voy a resaltar ahora todas sus cualidades como gestor y como persona.  Creo que es mejor para valorar su valía hacer un recuento de todas las actuaciones que llevamos a cabo en el Departamento durante el tiempo que compartimos responsabilidades en un escenario con muy pocos recursos financieros y con la necesidad de consolidar y mejorar el modelo, dando respuesta a las necesidades de los ciudadanos y a los anhelos del sector y de los profesionales.
Hicimos muchas cosas: encarrilar la finalización de la reforma de la atención primaria, la consolidación del modelo de pago a los hospitales, la creación de la red única de asistencia sanitaria, nuevos modelos de financiación de centros de atención primaria y de hospitales, la ordenación del transporte sanitario, un nuevo plan integral de urgencias, la ordenación y el establecimiento de garantías de las listas de espera, la creación del "SanitatRespon", sentar las bases de la carrera profesional, etc., etc.

No fue un periodo fácil. A parte de las dificultades financieras, tuve alguna que otra contestación por parte de algunos militantes  de la coalición que me reprochaban la no filiación de Prat y la de algún que otro directivo. Y tuvimos que lidiar con una silente campaña para sustituirme por parte de UDC, y alguna que otra traición interna. Prat estuvo siempre a mi lado, como Ramón  Massaguer, Eduard Ribas -jefe del gabinete técnico de la Consejería, y otros colaboradores. La "puńalada trapera" existe, forma parte del "atrezzo" político, y es aquí donde se conocen y se miden las lealtades.

Y esta es una de las características que mas podrían definir la personalidad de Josep Prat. Lealtad a la institución y a las personas.  Existen otras: Prat es capaz de entenderse con "unos y con otros", porque por encima de todo esta la fidelidad al proyecto para el cual ha sido contratado. Y esto no es fácil, como no lo es tener la habilidad para tejer múltiples complicidades en los momentos de hacer reformas que alteran el orden establecido. Sabía como hacerlo. Sus detractores dirán que a precios  altos, yo lo dudo. Se trata de invertir muchas horas, de dialogar, de saber escoger al mejor interlocutor, de buscar oportunidades donde puede parecer que no existen. Tiene mano “izquierda” muy útil en algunos momentos. Y es un hombre de autoridad.

Quería destacar también su agilidad mental, su capacidad para encontrar alternativas a los problemas o situaciones muy complicadas. Humor y una cierta "flema británica", no es una persona que se altere con facilidad.

Aunque con algunas similitudes, no hay duda que la situación actual dista mucho de ser la que  nosotros vivimos en 1999 hasta el 2002. Desde entonces no he tenido prácticamente contactos con Josep, y viviendo en Madrid, no he seguido puntualmente el día a día del sector sanitario catalán en estos últimos años. No comparto todo lo que se ha hecho, y creo que el "modelo sanitario catalán" ha perdido algunas de sus fortalezas y su capacidad de innovación.

Yo he hablado del pasado, y es donde he situado la figura de Prat, no para rehabilítalo, que no a lugar, sino para mostrar mi agradecimiento una vez más a Josep por haber aceptado en aquel momento el reto de la Dirección del Servei, con renuncias personales y en un escenario nada fácil, habiéndolo hecho bajo este espíritu de voluntad de servicio y lealtad, como seguro lo hizo al aceptar el ofrecimiento del Conseller Boi Ruiz para acceder a la presidencia del Instituto Catalán de la Salud. “Gràcies Josep”.

(volviendo de Vancouver, una de las ciudades mas bellas del mundo y superado el “jet lag”)

11 de febrero del 2012

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