lunes, 20 de febrero de 2012

Ideas para la Reforma del Sistema Sanitario

Hoy se ha presentado en Madrid el libro "Ideas para la Reforma del Sistema Sanitario", editado por la Fundación Bamberg. Me ha parecido oportuno transcribir el capítulo que hice para el libro.

Partiendo de la base que desde hace años se están haciendo esfuerzos en la gestión del sector sanitario público, lo que es cierto es que hay muchos aspectos mejorables. No se trata ahora de enumerar todas aquellas actuaciones que en mi opinión deberían implementarse -muchas de ellas ya han sido tratadas por otros ponentes o debatidas a lo largo de las sesiones que se han venido realizando dentro del programa de la Fundación,  y se incluyen en esta publicación, pudiéndose afirmar que hay cierta unanimidad en las mismas.
Se trata más bien de que todos seamos conscientes que el sistema debe reformarse. Pero no solo conscientes. Hemos de pasar a la acción, nos hemos de convertir en “activistas del cambio” que necesita el Sistema Nacional de Salud.
Somos demasiado auto complacientes cuando hablamos del nivel de eficiencia de nuestro sistema. O cuando lo situamos entre los mejores del mundo.  No podemos obviar que un modelo que tiene en este momento una deuda acumulada de más de 15.000 millones de euros, y está  recortando por aquí y por allá, debe tener algún que otro problema y más de una ineficiencia que hace que la situación sea en estos momentos tan grave.  
Es pues el momento de afrontar una profunda reforma de este sistema que hemos venido considerando excelente. Una reforma que no debe renuncia r a los principios básicos de universalidad, equidad, integralidad y calidad.
Es cierto que nunca hemos sido capaces de financiar con suficiencia económica la “sanidad” que hemos decidido dar a nuestros  ciudadanos, pero también es verdad que no hemos sido capaces de definir claramente los límites de la cartera de servicios o la estructura más eficiente para resolver los problemas de salud. A pesar de los sucesivos incrementos presupuestarios en los últimos -cuando la economía de nuestro país se suponía que iba bien, el sistema ha ido generando una deuda incontrolable, que no ha ido en paralelo a un incremento notable de la productividad. Es verdad que la población española se ha incrementado por el fenómeno de la inmigración, pero también lo es que hemos gastado más de lo que teníamos.  
La asunción de las competencias por las diferentes CCAA en el año 2002, fue un éxito, y creo puede afirmarse que los recursos económicos que se invirtieron fueron los adecuados.
En los últimos años la inversión en nuevas infraestructuras ha sido muy importante, y no siempre se ha tenido en cuenta en la planificación, el coste del funcionamiento ni la duplicidad de la oferta o si la población tributaria de un nuevo servicio era la suficiente para mantener un alto nivel de calidad y efectividad.
Es pues necesario redefinir el sistema, en todos sus niveles asistenciales, orientándolo en línea con los cambios demográficos y epidemiológicos de la población española. Y en mi opinión hay que empezar la reforma por una nueva política de recursos humanos. Es absolutamente necesario afrontar una reforma del actual estatus de nuestros profesionales, ir más allá de lo que se consiguió en el año 2003. Se habla mucho estos días de la reforma laboral, y nadie habla de afrontar una profunda reforma de  la "función pública" que absorbe en España más de seis millones de funcionarios.
Si tenemos en cuenta el impacto del coste de personal en cualquier institución sanitaria, nos daremos cuenta que es imprescindible afrontar este reto. Pero no hablo solo de coste. Partiendo de la base que los profesionales sanitarios son la columna vertebral del sistema, es donde más argumentos encuentro para afrontar un cambio en las relaciones laborales, que doten al sistema de los mejores profesionales, capaces de adaptarse a los cambios constantes que soporta la medicina del siglo XXI, interiorizando conceptos como la excelencia, productividad, movilidad, formación y desarrollo profesional. Soy consciente que este camino es el más ambicioso y controvertido, pero se hace ahora o no se hará nunca. Aquí es imprescindible la sensibilidad de los agentes sociales, y si no la hay, existe en este momento una mayoría parlamentaria que facilitaría los cambios legislativos necesarios.
Después afrontaremos otros cambios bajo los principios de una mayor flexibilidad, adaptabilidad, calidad y co-responsabilización.
Soy partidario de dar autonomía de gestión a todos los hospitales y a agrupaciones de centros de atención primaria. Se trata de que se gestionen como una empresa, a través de un contrato programa, una cuenta de resultados con transparencia y rendición de cuentas. Y para ello van a necesitar que los profesionales sanitarios se impliquen en la gestión a través de un sistema retributivo más flexible que el actual. Y será necesario que se establezcan alianzas entre los hospitales para compartir la gestión de determinados servicios asistenciales o no asistenciales, más allá del ámbito geográfico que le es propio.
Es el momento de la cooperación entre las CCAA, y esta es la base de la cohesión, y por lo tanto del mantenimiento de la equidad del sistema.
La atención primaria de salud es clave en nuestro sistema sanitario. Pero hay que cambiar su funcionamiento.  Hay que abrirla y acercarla más si cabe al ciudadano, a la comunidad, reforzando el papel de la enfermería, y eliminando cualquier barrera que impida su acceso en cualquier momento y a cualquier hora. No conseguiremos descongestionar las urgencias hospitalarias si no vamos pe este camino. La coordinación con la atención especializada es esencial,  como lo es la capacidad de resolución de este nivel asistencial. Se ha avanzado mucho, pero no lo suficiente. Y hay que dotar de autonomía a los centros como comentaba anteriormente. Hay experiencias en esta dirección que hay que evaluar, y si se consideran válidas ir aplicándolas progresivamente.
Se hace necesario el establecimiento de una potente red de asistencia al paciente crónico, en coordinación con los servicios sociales. Hay que orientar el sistema hacia un nuevo tipo de paciente, evitando duplicidades.
Los sistemas de información son básicos y aquí la tecnología puede facilitarnos muchas de estas actuaciones. La apuesta de las CCAA ha sido clara, pero aún hay mucho camino por recorrer, y hay que establecer interconectividad entre sistema y territorios.
Se ha hablado mucho en esta reflexión sobre el sistema que ha liderado la Fundación Bamberg de la medicina privada. Siempre he defendido la aportación del sector privado al sistema en general, no solo su complementariedad, sino su importancia en la estructura de la oferta asistencial en nuestro país. La colaboración entre el sector público y el privado es esencial, y más allá de los actores tradicionales -redes de hospitales privados o el sector asegurador, existen en este momento otros sectores que pueden jugar un papel importante, como se ha demostrado en el programa de concesiones que han llevado a cabo varias CCAA. Esto no es una película de “buenos o malos”. Aquí estamos todos para garantizar la sostenibilidad del sistema.
Aunque no es un elemento esencial de la gestión sanitaria, sí que es oportuno hablar del co-pago: de una mayor corresponsabilidad del paciente. Un co-pago que debe preservar la equidad y proteger a los más débiles o necesitados.
Como decía al principio, no se trata de ir listando propuesta tras propuesta. Solo pretendo que tomemos conciencia del momento clave en el que nos encontramos. Hemos de ser  valientes, y actuar con audacia y sentido de la responsabilidad.
Para ello, más que nunca necesitamos un liderazgo claro. Liderazgo en cada CCAA, pero también y fuerte, a nivel ministerial. Las reformas deben co-liderarse desde el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud y las diferentes consejerías, con la implicación de profesionales, agentes sociales y asociaciones de pacientes. Si existe este liderazgo, se conseguirá una complicidad con los diferentes partidos políticos, y si existe complicidad es más que probable que fluya la necesidad de pacto. Si el pacto no es posible, pecando de reiterativo, me remito a lo que he dicho con anterioridad: hoy existe una mayoría parlamentaria que puede gobernar con soltura y autoridad. 
Hble. Eduard Rius
Ex Consejero de Sanidad de la Generalitat de Cataluña
Director de Acciona Servicios Hospitalarios

sábado, 11 de febrero de 2012

Josep Prat, uno de mis mejores colaboradores

En mi penúltimo blog le escribí una carta a la mueva Ministra. Han pasado ya unas semanas y poco movimiento veo en el Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad, más allá de los nombramientos de rigor, entre los que hay que destacar por su acierto, el de la ex Consejera de Sanidade de la Xunta de Galicia, Pilar Fargas, una mujer con gran conocimiento de la gestión sanitaria y muy audaz. Pero como es costumbre, antes de pasar a la crítica – si es que hubiera lugar, dejemos pasar los 100 primeros días de gracia que siempre se conceden a un nuevo gobierno para juzgarlo. Ya lo haré en su momento.

Voy a tratar esta vez de manera tangencial un tema que ha sido noticia en las últimas semanas. No entraré en el fondo del hecho. Voy a hablar de la persona que en parte ha sido protagonista: me estoy refiriendo al actual Presidente del ”Institut Català de la Sajut” Josep Prat, titular en numerosos medios de comunicación en relación a la posible incompatibilidad en el desempeño de este cargo y el de consejero de una conocida compañía privada de hospitales, a la vez que se ponía en entredicho que continuara presidiendo Innova, una sociedad municipal del Ayuntamiento de Reus.

Posteriormente el debate mediático se ha centrado en los salarios de los ejecutivos de esta sociedad, que han sonrojado al actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Reus, que ha gestionado el tema de forma mejorable, ya que ha argumentado que desconocía la cuantía de los mismos, cuando lo cierto es que más de un miembro del actual equipo de gobierno formaba parte del Consejo de Administración de la citada sociedad.

Conociendo a Josep Prat estoy seguro que ha pasado por un momento muy difícil, y espero que amaine ya este temporal, para que se recomponga el prestigio del que goza en el sector sanitario desde hace muchos años este ingeniero naval nacido en Tarragona.

Yo conocí a Prat en el año 1988 cuando fui nombrado Delegado del Departamento de Sanidad en la circunscripción. En aquel momento Prat estaba impulsando lo que seria después una de las empresas públicas de gestión sanitaria mas importantes de Cataluña: Sagesa. Se trataba de gestionar bajo criterios empresariales un hospital público, algo que hoy aceptamos fácilmente, pero que no lo era por aquellos tiempos. Al hospital de Sant Joan de Reus se unió el nuevo Hospital de Mora d'Ebre y progresivamente otros centros  de las comarcas del sud de Catalunya. Prat lo consiguió con su manera de hacer y de trabajar. Y lo hizo bajo y con interlocutores de distintos partidos políticos,  con intereses a veces enfrentados y estableciendo buenos puentes con los agentes sociales. Prat es un hombre hábil, capaz de convertir en realidad lo que puede ser un anhelo o una necesidad real.  

El Diari de Tarragona publicó hace unas tres semanas un artículo muy interesante que reflejaba con acierto el curriculum y la personalidad de Prat.

Cuando fui ratificado Consejero de Sanidad en 1999 me propuse hacer ciertos cambios de calado en mi equipo. No los había hecho en la primera legislatura. No lo había considerado necesario, aunque era criticado a menudo por eso. Le di muchas vueltas, ya que los cambios significan que tienes que sacrificar a colaboradores íntimos para que entren otros, y estas situaciones siempre generan tensión, son en ocasiones dolorosas, y producen heridas, alguna de las cuales creo que aún no se ha cicatrizado. Pero al final me decidí.

El momento era complicado, no solo por la falta de dinero, sino también por la necesidad de ir cerrando algunos temas pendientes, superar cierta inercia y dar impulso a nuevas actuaciones de la Consejería. Manel Jovells, que había desempeñado el cargo de Gerente del ICS, era uno de mis candidatos, pero fue nombrado secretario general al Departamento de Bienestar Social. No había muchos otros candidatos en el sector sanitario para ocupar un cargo, que de facto podría ser considerado el número dos del Departamento.  

No tuve muchas dudas a cerca de la capacidad de Prat para hacerse cargo de la dirección del Servei Catala de la Salut. En aquel momento era ya una persona muy reconocida en el sector, y ejercía un rol relevante en el Consorci Sanitari de Catalunya, la entidad que agrupaba los hospitales de propiedad municipal, considerado por muchos un auténtico contra poder a la Consejería. Su nombramiento podía reforzar la relación existente con el Consorci y allanar alianzas. La Unió Catalana d’Hospitals no vería con malos ojos su nombramiento.

Existían pero algunos obstáculos que debía solucionar. No era una persona afiliada a CDC o a UDC. No era un gran impedimento: había muchos cargos en mi departamento sin "carnet", como existían en otros. La administración de los distintos gobiernos de Jordi Pujol -se diga lo que se diga, nunca había sido en exceso "partidista" y donde menos lo había sido era en nuestra Consejería. Hice mis consultas y tuve luz verde. El segundo obstáculo era mas "prosaico". Yo no conocía el salario de Josep Prat, pero intuía que era mayor de lo que la Administración podía ofrecer en aquellos momentos. Con la ayuda de Ramón Massaguer, al que nombre después Secretario General -excelente persona y profesional y uno de los colaboradores que más me ayudo mientras fui Consejero, hicimos nuestras indagaciones y llegamos a la conclusión que podíamos ofrecer a Prat un salario equivalente al que en aquellos momentos cobraran otros ejecutivos de empresas públicas de la Generalitat de Catalunya. Un salario que superaba al de los Consejeros y probablemente al del President, pero que estaba por debajo del que podía ofrecer una empresa privada.

Cuando planteé ya firmemente mí propuesta a Josep, y tuve su aceptación, hablamos del tema salarial. Entendió perfectamente que no podíamos ofrecerle el mismo sueldo que tenía en Sagesa. Yo le hice mi propuesta y me pidió tiempo para tomar una decisión. Me llamó al día siguiente. Me agradeció la confianza que había depositado en él y me dijo que el salario no era lo más importante. Estaba dispuesto a una retribución inferior asumiendo esta gran responsabilidad por dos motivos: por una voluntad de servicio al país y a la sanidad catalana y por una lealtad personal hacia mi persona y al Gobierno de CiU.

Creo que fue un acto que le honra, entonces y ahora.

Su trayectoria durante el tiempo que compartimos responsabilidades en la Consejería arroga un balance claramente positivo. No voy a resaltar ahora todas sus cualidades como gestor y como persona.  Creo que es mejor para valorar su valía hacer un recuento de todas las actuaciones que llevamos a cabo en el Departamento durante el tiempo que compartimos responsabilidades en un escenario con muy pocos recursos financieros y con la necesidad de consolidar y mejorar el modelo, dando respuesta a las necesidades de los ciudadanos y a los anhelos del sector y de los profesionales.
Hicimos muchas cosas: encarrilar la finalización de la reforma de la atención primaria, la consolidación del modelo de pago a los hospitales, la creación de la red única de asistencia sanitaria, nuevos modelos de financiación de centros de atención primaria y de hospitales, la ordenación del transporte sanitario, un nuevo plan integral de urgencias, la ordenación y el establecimiento de garantías de las listas de espera, la creación del "SanitatRespon", sentar las bases de la carrera profesional, etc., etc.

No fue un periodo fácil. A parte de las dificultades financieras, tuve alguna que otra contestación por parte de algunos militantes  de la coalición que me reprochaban la no filiación de Prat y la de algún que otro directivo. Y tuvimos que lidiar con una silente campaña para sustituirme por parte de UDC, y alguna que otra traición interna. Prat estuvo siempre a mi lado, como Ramón  Massaguer, Eduard Ribas -jefe del gabinete técnico de la Consejería, y otros colaboradores. La "puńalada trapera" existe, forma parte del "atrezzo" político, y es aquí donde se conocen y se miden las lealtades.

Y esta es una de las características que mas podrían definir la personalidad de Josep Prat. Lealtad a la institución y a las personas.  Existen otras: Prat es capaz de entenderse con "unos y con otros", porque por encima de todo esta la fidelidad al proyecto para el cual ha sido contratado. Y esto no es fácil, como no lo es tener la habilidad para tejer múltiples complicidades en los momentos de hacer reformas que alteran el orden establecido. Sabía como hacerlo. Sus detractores dirán que a precios  altos, yo lo dudo. Se trata de invertir muchas horas, de dialogar, de saber escoger al mejor interlocutor, de buscar oportunidades donde puede parecer que no existen. Tiene mano “izquierda” muy útil en algunos momentos. Y es un hombre de autoridad.

Quería destacar también su agilidad mental, su capacidad para encontrar alternativas a los problemas o situaciones muy complicadas. Humor y una cierta "flema británica", no es una persona que se altere con facilidad.

Aunque con algunas similitudes, no hay duda que la situación actual dista mucho de ser la que  nosotros vivimos en 1999 hasta el 2002. Desde entonces no he tenido prácticamente contactos con Josep, y viviendo en Madrid, no he seguido puntualmente el día a día del sector sanitario catalán en estos últimos años. No comparto todo lo que se ha hecho, y creo que el "modelo sanitario catalán" ha perdido algunas de sus fortalezas y su capacidad de innovación.

Yo he hablado del pasado, y es donde he situado la figura de Prat, no para rehabilítalo, que no a lugar, sino para mostrar mi agradecimiento una vez más a Josep por haber aceptado en aquel momento el reto de la Dirección del Servei, con renuncias personales y en un escenario nada fácil, habiéndolo hecho bajo este espíritu de voluntad de servicio y lealtad, como seguro lo hizo al aceptar el ofrecimiento del Conseller Boi Ruiz para acceder a la presidencia del Instituto Catalán de la Salud. “Gràcies Josep”.

(volviendo de Vancouver, una de las ciudades mas bellas del mundo y superado el “jet lag”)

11 de febrero del 2012

"Indignado"

Es notorio que no estoy cumpliendo mi auto compromiso de mantener una cierta regularidad escribiendo en este blog. En las últimas semanas he estado muy ocupado y he tenido que viajar fuera de España en más de una ocasión por trabajo. No hay tono de queja en esta excusa, ya que no hay es extraordinario en estos momentos tener proyectos que seguir y desarrollar.

Si constato que me falta disciplina para seguir la pauta que me marque, aunque también es cierto que además del trabajo y una hernia discal que me diagnosticaron el 29 de diciembre, he estado bastante excitado estas últimas semanas con una serie de acontecimientos de la vida política y social en la que estamos inmersos como ciudadanos, hasta el punto que me he llegado a considerar un auténtico “indignado” contra muchas cosas.

Y en este estado no podía concentrarme para poder escribir.

Una de los hechos que más me exaltó fue la publicación de las retribuciones de los dirigentes de las cajas de ahorros con ayudas públicas. Pensar que parte de mis impuestos están pagando sueldos millonarios me sacó de quicio. El caso de Caixa Catalunya es uno de ellos. Conocí al Director General siendo yo Consejero y el un cargo en Caixa Manresa. Me pareció una persona altisonante y engreída. No sé si es un buen gestor o un mal gestor. Por el sueldo que le pagábamos entre todos debía ser muy bueno, por el resultado de su gestión no lo parece, aunque el señor Josep María Cortés de La Vanguardia lo destacara como una de nuestras más relevantes figuras de la gestión bancaria (sic).

En este tema ha sido y es especialmente escandaloso el silencio de los partidos políticos, no en vano deben o son beneficiarios de créditos blandos y otras prebendas por parte de las cajas de ahorros. Bienvenido sea el nuevo Gobierno que ha tomado cartas en el asunto, lástima que no sea con carácter retroactivo. Como escandaloso es el papel del regulador, que ni se ha enterado o lo mas seguro y es peor, sabiéndolo lo ha tolerado, y nadie le ha pedido por ahora responsabilidades.

Indignación también por la situación económica y por la falta de asunción de responsabilidades de los que han sido en parte culpables, léase aquí Pérez Rubalcaba o Carmen Chacón, protagonizando una campaña para la secretaria General del PSOE, como si nada de lo que ha pasado en España les sea propio...ver para creer.

No sigo, para no parecer un "indignado" radical –con todos mis respetos para el  colectivo, y también para no caer en una posición que podría parecer populismo barato,  aunque en este caso sea bastante caro por lo que nos ha costado y por lo que nos va a costar.

Ya la subida del IRPF, colmó el vaso de mi mejor temple...

Al final he llegado a la conclusión, que debo centrarme en el contenido de este blog -que trata de la gestión y política sanitaria. Yo no soy un comentarista político, y por lo tanto, me aplico lo de "zapatero (con perdón) a tus zapatos". O sea que en el próximo blog, voy a hablar de sanidad.