lunes, 19 de marzo de 2012

La "palabra maldita": copago

Escribo este blog regresando de Sydney. He asistido a un "market sounding" organizado por Ernst & Young que está asesorando al Gobierno de New South Wales para la próxima licitación de cuatro hospitales bajo la fórmula de PPP en esta provincia australiana. El acuerdo de confidencialidad firmado me impide contarles el contenido de la reunión, que considero que ha sido provechosa. Si puede decirse que se conoce la experiencia española en lo que llamamos "concesiones de bata blanca", o "modelo Alzira", implantado en Valencia en 1998, gracias a la tenacidad de un Consejero de Sanidad, José María Farnos, el conocimiento y la experiencia de Antonio Burgueño, y el empeño de Ricard Fornesa, por aquel entonces presidente de Agbar y de Adeslas. No existe en Australia un modelo parecido, si bien se han incluido algunos servicios médicos en algunas concesiones, especialmente en la provincia de Australia Occidental, cuya capital es Perth.

Australia es un país riquísimo, que gasta en sanidad casi el 10% del PIB, con un sistema sanitario  bajo el esquema de "sistema nacional de salud" pero con una amplia presencia del aseguramiento privado (más del 20% de la población tiene un seguro privado), y con un copago en casi todos los servicios sanitarios como la atención primaria, hospitalaria o la prestación farmacéutica.

El sistema tiene mecanismos para asegurar la equidad del mismo: las personas con rentas anuales entre los 15.000 y 20.000 $ AUS están exentas,  usandose varias formulas para reforzar la equidad: si la familia tiene hijos o no, o según la edad de los componentes de la misma. En el caso de la farmacia, quedas exento del copago una vez hayas sobrepasado el pago anual de 500$ AUS, algo parecido al sistema existente en Suecia.

El sistema de financiación de la sanidad se comparte entre el gobierno federal y las provincias y entes locales, con una aportación importante, como he dicho de fondos privados. No voy a extenderme en el tema, pero me ha perecido un modelo interesante, solido, en la búsqueda continua de una mayor eficiencia y calidad.

Ha coincidido pues esta pequeña inmersión en el sistema sanitario australiano con el estreno del euro por receta en Catalunya, y de la apertura (una vez más) del debate a cerca del copago sanitario. Tanto es así que sirva de anécdota que estando cenando en Sydney, me llamaron de TVE para ver si podía dar mi opinión sobre el tema. Obviamente era imposible que pudieran gravarme para un programa que se ha editado este sábado, a pesar de las 10 horas de ventaja del horario.

La llamada me demostró que queda claro que ya hemos perdido el miedo a hablar de este tema y modestia a parte, también evidenció que aunque esté exiliado en Madrid, hay quien aun se acuerda de mí en Cataluña. 

Como ha pasado históricamente en sanidad, los catalanes llevan otra vez la delantera en lo que se refiere a temas relacionados con la gestión sanitaria, aunque quizás en este caso el ticket moderador no pueda considerarse una grata noticia. Sin lugar a dudas que a nadie le satisface tener que tomar una medida de estas características. Pero no hay duda que en este momento se dan las circunstancias para implantarla. Y no estoy diciendo que la formula me satisfaga al cien por cien, pero es una medida poco costosa de implantar y no parece que vaya a romper ningún principio inalterable de uno de los pilares básicos del estado del bienestar.

No seamos hipócritas y reconozcamos de una vez que si existe algo poco equitativo en nuestro sistema es precisamente el copago existente en la prestación farmacéutica, que ninguno de los grandes partidos políticos españoles a la izquierda o a la derecha se ha atrevido a cambiar. Ni esto ni el reconocimiento al "derecho", que viene dado por la contribución a la Seguridad Social, cuando ésta ya no financia el sistema sanitario desde 1998. Una contradicción más de las existentes en la nada ejemplar administración pública. 

Tendremos que esperar cierto tiempo para evaluar los efectos de la medida, si bien es cierto que gracias a ella, la administración catalana va a más recursos y probablemente va a disminuir el consumo de fármacos, lo que significa menos gasto. 

¿Que vendrá después? Pues no lo se, la verdad. Malas lenguas dicen que hay que esperar que pase el 25-M, día de las elecciones andaluzas, para conocer las intenciones del gobierno central sobre el tema.  Son las mismas lenguas -demagógicas y partidistas, que han llevado a este país a la ruina, y que no se han preocupado del sistema sanitario en años. Tan mal estamos que hasta pude leer en Sydney un artículo en la prensa local sobre el calvario de nuestros jóvenes y el "mileurismo", o como guinda que adorna el pastel, el que publica hoy The Economist sobre la esperada inversión en Madrid o Barcelona en el super casino, hoteles y otros placeres. Este parece ser el futuro que nos ha dejado la era socialista: todos cocineros/as, camareros/as o animadores/ras para los miles de turistas que además de los que nos visitan lo van a hacer con esta interesante oferta “cultural”.

Como he dicho en anteriores ocasiones, y creo compartir la opinión de muchas de las personas que estamos de una u otra forma relacionados con la gestión sanitaria, el copago no es la piedra filosofal de la reforma sanitaria, ni es la medida más importante que hay que tomar.

Para no pecar de reiterativo, pues ya lo he escrito en este blog y en otros medios, hay muchas mas actuaciones que realizar en nuestro sistema, que ni empiezan ni acaban en el copago. Y es posible que esta medida enturbie el necesario debate sobre lo que estamos haciendo mal, y la necesidad de establecer cambios profundos en nuestra manera de prestar los servicios sanitarios y la estructura más adecuada para hacerlo.

Parece que otras comunidades autónomas también podrían adherirse a la medida, pero no ir por ahora mucho más allá, al menos si nos atenemos a las últimas declaraciones del Presidente Rajoy que dice no ser partidario del copago -claro que tampoco lo era de subir impuestos y aquí estamos.

La situación de nuestro sistema está entrando en “precario” según todas las informaciones que van publicándose. Es posible que las últimas medidas adoptadas por el gobierno para subsanar la deuda de las CCAA aligere la situación, pero no nos engañemos. No se trata de poner el contador a cero. Se trata de afrontar un reforma estructural más allá del euro por receta. 

Madrid, 19 de marzo de 2011






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